That is the question
Para 'El Padre' dos, eran
suficiente.
En cambio La Madre quería tener otro más, por ello insistió durante 170 años
hasta que convenció a ‘El Padre’ y a pesar de las canas y los juanetes,
terminaron comprando "al tercero".
Era la contradictoria época en que todo se triplicaba y
cuadruplicaba, por lo cual la gente
se agolpaba en los stands, y muchas personas adquirían más de uno, sean rosas,
verdes, amarillos o azules. Sin embargo, la mayoría de las familias se
aseguraba de no "llevar a casa" (por equivocación), "un
reversible", pues se rumoreaba que en esta última remesa habían varios
infiltrados y es sabido que no tienen etiquetas ni instructivos de utilización.
Pero en aquel invierno la gente estaba muy alterada y llorosa, quizás por la
incertidumbre generalizada que había provocado la muerte de la GranVita.
La mayoría de las personas, habían
hecho su encargo en tiempos anteriores sin sospechar que Esa muerte pudiera
suceder, y esto les provocó temor, o ¡¡¡vaya uno a saber qué!!! dado que Esa
muerte trajo aparejada consecuencias diversas y hasta paradojales. Durante esos
días todos se empujaban, estiraban los brazos desconsoladamente con tal de
alcanzar alguno, casi sin ver bien lo que escogían.
Los que estaban ubicados en los primeros puestos, lógicamente, eligieron con
cuidados el color, la calidad, verificaron la textura y las etiquetas.
Otros, con menores posibilidades llevaron a sus casas lo que pudieron tomar,
sin pretensión alguna. Pero justamente aquel histórico día de La muerte durante
los tumultos, a varios les arrancaron las etiquetas. Fue así como La Madre, que
además de su falta de conocimiento, llevó a la casa “un reversible” creyendo
estar eligiendo un "Simple y rosa"
Muchas familias, por aquellos entonces, fueron víctimas de la confusión.
Algunos hicieron la denuncia, otros prefirieron disimular. Los habituales
compradores de reversibles, intentaron fundar una "Línea de Protección".
Algunos políticos investigaron y concluyeron en que afortunadamente la remesa
no había sido demasiado numerosa, pero si no se tomaban medidas a tiempo, la
situación podría ser irreversible, paradójicamente irreversible. Finalmente
1.090 días después, un súper-general canceló la generación de los reversibles y
listo!. Se confiscaron los que se encontraban circulantes y se prohibió volver
a tocar el tema.
Una mañana uno de los hermanos mayores le contó a La Madre, que mientras alzaba
al pequeño rosa, vio cómo su color se tornasolaba, así como si fuera de ‘todos
los colores’, tocó su textura casi inexistente y sintió una extrañísima sensación.
...
- ya lo había notado yo! - dijo La Madre, suspirando - esperemos que al crecer
nadie se dé cuenta- y con otro suspiro hizo un gesto como si borrara algo
escrito en el aire que solamente ella podría ver, creyendo que lo podía esfumar
con esa Simple mueca: "No era ni Simple, ni rosa".- Hagamos, como
sí... - prosiguió La Madre - y de esto no se habla.
Con la esperanza de olvidar debajo de la almohada, se acostaron a dormir.
Cinco años después el Pequeño-rosa despertó llorando, los hermanos mayores ya no
estaban en la casa.
La Madre solía ir de paseo y dejaba al Pequeño con algún vecino o con la Sra.
de Portalé para que le enseñara lo que le enseñarían en la escuela - nadie
tiene porque notar nada! - se dijo entonces, en un nivel por donde no andan las
palabras razonadas.
Cuando el Pequeño estuvo en edad escolar, La Madre eligió un colegio de azules,
pensando en la mejor educación, aunque concurrían al mismo colegio también
algunos rosas, verdes y amarillos.
El primer día de clase, Pequeño sentadito en un banco del inmenso patio y
luciendo su sombrero (por supuesto azul) conoció a un reversible puro y
multicolor con su etiqueta colgando. A Pequeño le llamó la atención y tocándole
la etiqueta le preguntó recibiendo la siguiente respuesta:
- mamá y papá me eligieron reversible, ellos también lo son. Esta etiqueta
permite que todos lo sepan y se comporten conmigo adecuadamente.
A Pequeño se le deslizó una lágrima larga que el reversible inmediatamente
juntó para guardarla en uno de los bolsillos internos. Pequeño se asomó hasta
que su hocico chocó contra el borde del bolsillito del amigo.
- ¿qué querés ver?
- no sép - contestó tímidamente casi retirándose.
Lleno de curiosidad, intentaba comprender lo inusual, pues los Simples tienen
bolsillos a la altura de la cintura y algunos pueden tener algún otro bolsillo más,
pero los reversibles además de tener varios por distintos lados se comunican
por dentro entre sí.
El reversible Multicolor le sonrió y
sacó un lápiz de algún otro bolsillo intercomunicado con el de afuera.
- guárdalo y úsalo por siempre, verás las cosas bonitas que escribe.
El pequeño se quedó mirando largo y profundo. Un grupo de rosas seguía jugando
a un costado del banco y Pequeño se quedó entrando hasta el reverso de su
amiguito, con otra lágrima que formaba un hilito cristalino, desde su pupila
hasta algún bolsillo interior del Multicolor.
Al comenzar la clase, la docente hizo tomar asiento a los alumnos, agrupándolos
según las semejanzas que los niños presentaban y con el dedo índice marcaba,
éste con éste y el otro con aquel. Así fue, como por casualidad o descarte,
finalmente tuvieron que sentarse juntos el reversible Multicolor y Pequeño.
Los días comenzaron a pasar y los alumnos a crecer, en los recreos los azules
hacían rondas en el centro del patio, los verdes saltaban generalmente cerca de
los rincones o al pie de las escaleras, los amarillos de a pares caminaban o
jugaban a fideo-fino, fideo-grueso. Y en uno de los bancos reversible
Multicolor y el Pequeño-rosa conversaban y comían "galletitas
colegiales".
Una tarde de los 9 años, Pequeño se enteró que los papás de Multicolor habían
resuelto enviarlo a un colegio de reversibles. Ese día el patio era más grande
y el viento hacia subir las hojas caídas de los árboles en remolino, como
chupadas por el sol, el olor de las galletitas era salado, y los zapatos le
apretaban el dedo gordo, la voz de la maestra salía desde el pizarrón.
Cuando Carmelita abrió el portón, uno de los adultos de los que tienen raíces
en la vereda de la salida del colegio, decía con un megáfono: - esta escuela es
para azules, bastante que uno tiene que soportar que vengan amarillos y verdes,
¡¡rosas o reversibles ya es el colmo!!
Esa tarde La Madre inscribió al Pequeño en un colegio de rosas.
En el salón de clases, había tres azules, cinco verdes, y todo el resto (casi
30) eran Simples y rosas. Probablemente en el resto de la escuela habría algún
que otro reversible, pero Pequeño se relacionaba feliz con todos y era bien
aceptado con su apariencia rosa.
En la primera clase de lengua, la maestra invitó a uno por uno a emitir sonidos
para poder comenzar con la enseñanza del habla. Los verdes, como todos los
verdes, eran más ruidosos que los demás, los azules hicieron el particular
sonido de los de su raza, que se asemeja a los coros rubios de las iglesias,
los rosas con su ruido parecido al hipo.
Pequeño-rosa, después de mirar largo y profundo, emitió un hipito que la
docente anotó en la columna de los signos de interrogación. Sin embargo, en
pocas lecciones hipaba y hablaba casi como cualquier Simple rosa, entonces la
mirada larga y profunda la colgaba de la chimenea de la fábrica de corchos que
se asomaba por la ventana.
En la mañana de los doce, hubo un Ogso-rosa que apoyó sus pecas en las pupilas
de Pequeño, y dejó que se chorrearan hasta el revés del aún Pequeño con
apariencia de rosa. Ogso se percató y sintió como se acolchonaba en el bolsillo
interno-izquierdo de su compañero, pero nunca reveló semejante secreto.
Y fueron justamente las pecas de Ogso
en el reverso las que provocaran que por primera vez Pequeño se diera vuelta.
Una de esas noches, mientras dormía y soñaba un sueño, se fue dando vuelta, y
al despertar salió a la calle dado así, dado vuelta.
Nadie advirtió nada, pues justamente de eso se trata, nadie puede darse cuenta
porque los reversibles no tienen revés, indistintamente lo de afuera es adentro
y lo de adentro es afuera. Ambas partes son idénticas partes de una unidad. Es
por eso que algunos para comprobar si alguien es un reversible, utilizan el
método de provocar una herida entonces el reversible sangra inmediatamente ante
la vista de todos los demás. Otros los ponen a prueba prendiéndole una flor en
el ojal, después de 200 años el reversible mete la mano en el bolsillo y la
devuelve intacta y fresca.
Algunos temen profundamente a los reversibles, argumentan que los reversibles
recuerdan historias que a nadie le interesa y cuando hay alguno cerca, huyen lo más lejos
posible, usando como pretexto que "el fulano está medio loco", que
"es un lírico", que "es un subversivo", que "debería
respetar las reglas del juego", que "esas cosas no se hacen",
que "se puede convertir en peligroso con tantos bolsillos capaces de
guardar tanto pasado, tanto presente y hasta algunos tanto futuro". Pero
lo que más les sorprende y les asusta, es cómo el reversible se da vuelta sin
rubor y muestra "intacto" todo aquello que guardó, extraído desde
cualquier plano y en cualquier situación. Sin estrategias, ni zancadillas, ni
doble intención, con una ingenuidad idealista que demuele lo superficial y los
podría hacer peligrar.
Esa mañana cuando Pequeño llegó al colegio, Ogso lo esperaba sentadito en un
rincón mirando como si preguntara por sus propias pecas, entonces Pequeño metió
las manos en el bolsillo para buscarlas y sentirlas resbalar entre la yema de
los dedos, tal como hacen la mayoría de los rosas; pero las pecas empezaron a
salirse por otros bolsillos, de bolsillos hasta ahora desconocidos, que él
ignoraba que existían.
Y así, poco a poco, entre pecas, lágrimas y flores comenzó a jugar con
bolsillos internos los que días después se hacían externos aunque no
comprendiera el por qué. Al cabo de unos años había aprendido a imitar del
recuerdo que conservaba de Multicolor a quien mantenía guardado con sonrisas,
lágrimas, gestos. Lo recordaba, recurrentemente, sacando un lápiz para luego
dárselo de regalo. Y sin saberlo había desarrollado la capacidad de captar en
décimas de segundo las expresiones de los demás.
Entonces volvió a quedarse mirando largo y profundo, sobre el olor a corcho
dibujado en la ventana.
En la adolescencia, el Pequeño, ahora Adolescente, encontró a un reversible de
pelos lacios y una guitarra que se le asomaba desde uno de los bolsillos. El
reversible Alicios emitía los sonidos que caracteriza a su especie y hablaba
ese lenguaje con el cuál se comunican los reversibles, pero que a su vez pueden
oír los Simples de todos los colores quienes hacen su propia interpretación de
cada sonido o directamente preferir no oír.
Así, el ahora Adolescente, aprendió la lengua, escuchó la guitarra, leyó los
versos, sintió el olor de la soberanía y comenzó a comprender. Pasaban juntos,
largas horas contemplándose mutuamente largo y profundo. Una noche de los 16
años, Adolescente fue con la madre a visitar a la tía Memê, que los recibió con
las ceremonias y ritos tradicionales que efectúan los azules para la ocasión.
La Madre lucía su (over) tapado o sobretodo azul, que utilizaba especialmente
para visitar a la tía Memê. (Como es sabido, el sueño de todo rosa es poder ser
un azul)
Era cómico ver a La Madre sentada de manera diferente a lo habitual, cruzadas
sus piernas como si fuera azul, aunque finalmente, de alguna u otra manera, se
le terminara cayendo una hilachita rosa que se deslizaba, la cual intentaba
disimular, con un dedito parado debajo del tapado azul.
Adolescente se sentó "como corresponde", comió de la tan rica torta
hecha por la tía, observó los cuadros y los libros sobre los estantes (con disimulo,
como corresponde!). Pero tras una pregunta de la tía Memê, trató de responder y
la voz le salió con melodía de guitarra. La mujer miró de reojo a La Madre y
repitió la pregunta con "una sonrisa de aprobación porque: haremos como
que aquí, no ha pasado nada". El Adolescente hizo grandes esfuerzos, trató
de concentrarse en el hipo típico de los rosas-Simples que había aprendido en
la escuela, y por sobre todo trató de concentrarse en la melodía azul que su
madre, de vez en vez, entonaba para dedicarla a la tía Memê o a la Sra. de
Babasse.
Pero fue inútil o, mejor dicho fue peor, porque la guitarra parecía estarse
pegada en la encía de Adolescente. La Madre echándole una mirada de espanto
trató de tapar la cara con una de sus mangas azules y con voz entrecortada
intentaba dar explicaciones a la tía, diciendo que no entendía qué pasaba, que
adolescente era "bien Simple y bien rosa", que además, tenía
aspiraciones de convertirse en azul, pero que este último tiempo las amistades
con reversibles, habrían dado estos desastrosos resultados...... y que esto y
que lo otro ....
La tía fotografiaba de arriba hacia abajo cada uno de los ademanes de
Adolescente, que ahora, tenía las manos en los bolsillos, (como si fuera lo más
normal del mundo!). La Madre le hizo un gesto y él las sacó bruscamente, lo
cual provocó que cayeran lápices, hojas de libros subrayadas, algunos discos,
una cruz de madera, un signo de metal ¡¡¡y hasta un tornillo con arandela!!!.
Esto último sobrepasó la tolerancia de la tía visitada
- Debes comportarte cómo lo que eres: "un Simple y rosa: . Jamás llegarás
a ser un azul, pero al menos se un rosa. Es un horror lo de colocar-te las
manos en los bolsillos – dijo la tía con la misma voz pausada y rostro de Delfy
de Ortega.
Adolescente, hacía un enorme esfuerzo para concentrarse en el hipo que debía
emitir o en la melodía de misa que podía entonar, pero era inútil sus esfuerzos
caían en bolsa rota.
La tía continuaba:
- elige amigos azules, claro que habría que ver si ellos aceptan ser amigos tuyos,
mucho tendrás para aprender.
Adolescente hizo otro esfuerzo, pero parecía que cuanto más intentaba, más
sonido de guitarra emitía, invadiendo el salón preparado para ceremonia. Cuanto
más rigor de azul ensayaba, más flan de cuerpo quedaba.
A la tía Memê, hubo que aplacarla con un calmante después que La Madre lo
agarró de un brazo y se lo llevó a empujones.
Adolescente estuvo varios días mirando largo y profundo preguntándose:
· ¿Quién soy?.
Pensaba en Multicolor sacando un lápiz, en La Madre cuando ‘le acepillaba el
rosa’ para que no se tornasolara, en Alisio con la guitarra, en las pecas de Ogso
perdurando intactas en sus bolsillos, en la tía Memê mostrándole el
"modelo azul".
Fue entonces cuando se dio cuenta que iba por los veinte años y su pregunta
permanecía brillante como siempre.
· ¿quién soy?
Faltaría ir a averiguar lo del apellido, lo de no poder ser azul, lo de si se podía pensar en otros continentes, de si los libros eran ideologías y las grabaciones fotos, de si se podía sentir sin que le dijeran cómo.
Ahora, siendo Joven sucedía La
muerte del General, por eso se decretó que ese invierno debía ser más frío y muchos
quedarían más solos.
En uno de esos amaneceres, con árboles fríos y tiritando, Joven conoció a un
verde llamado Robito, como buen verde él era ruidoso y alegre, miraba rápido
pero viendo, era espontáneo y concreto. Caminando a saltitos le mostró la arena
y el mar, el calor del verano, le enseñó los cristales y lo llevó hasta el
fondo espasmódico de los sentires traspolados a la pasión.
Adolescente, ahora Joven, usaba todos los bolsillos, guardando y sacando y
sacando y sacando y guardando, sin saber demasiado el por qué, a pesar de que
al comunicarse con otros colores sucedía que su cobertura rosa se tornasolaba,
entonces trataba de limpiarse con cepillo para que La Madre no se sintiera tan
mal.
Robito-verde no reparó en tantos "procedimientos extraños" que hacía
Joven, ya sea en privado como en público. Un día después del cual se habían
querido húmedamente toda la tarde, Joven se dio vuelta. De uno de los bolsillos
internos, que ahora era externo, se asomaban unas palabras de amor que Robito
le había dado hacía unos meses. Verde-Robito se quedó observándolo durante un largo
rato.
- ¡¡Sos Reversible!! ¿¿y Tornasol??- Joven se quedó mirando largo y profundo,
luego hizo un gesto casi de indiferencia y contestó:
- ¿Qué color es ‘tornasol’, existe ese color?
- Parecías Simple. Un Simple rosa. O ¡¡Un
rosa y Simple!!.
- ¿y crees que no lo soy?
- No sé, parece que no. Pero eso tenés que averiguarlo vos misma. Solo vos. Yo,
en cambio solo sé que te amo "Seas lo que seas", te amo. ¿Querés que
caminemos juntos?- continuó diciendo Robito, con su particular brillo en los
ojos y en el corazón.
- yo también te amo.- Respondió Joven
Ambos se tomaron de la mano y caminaron el camino largo que va lejos.
Robito verde, verde y reluciente, probablemente, más verde y reluciente que
antes, caminando a saltitos y Reversible-rosa o Tornasol-Reversible, mirando
largo y profundo con esa pregunta que no se pudo contestar y que quizás ya no
importe demasiado:
- ¿quién soy?
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